' Cuando una PUERTA se CIERRA, otra se ABRE '
TINtervalo5 presenta una nueva forma de compartir desde y para el cuerpo. Queremos invitarte a conocer desde la mirada de la Psicóloga Alejandra López Pulido, quien comparte desde la ciudad de Ocotlan, Jalisco y no te pierdas su Intervalo el día martes de cada semana en la segunda temporada del Blog TINtervalo5. No olvides compartir y comentar, Alejandra espera tus preguntas, comentarios y sugerencias.
“Cuando una puerta se cierra, otra se abre” Una
sabia frase popular que nos enseña a tener esperanza ante toda pérdida o
situación difícil. Pero que ocurre cuando no estas preparad@ para tomar la “puerta”
o simplemente no las ves, solo se siente enojo, tristeza y confusión por la
persona que perdimos o nos abandono.
Si esta es tu situación, probablemente te
encuentres en un proceso de duelo. Y no me refiero a los combates cuerpo a
cuerpo, sino el proceso emocional y mental que comienza cuando vivimos una
pérdida y créeme de éstas tenemos muchas en el transcurso de la vida: la muerte
de un ser querido, el término de una relación romántica, una enfermedad que
debilita la salud, mudarse de ciudad o cambio de empleo, la pérdida de confianza
en las personas, de la juventud, un deseo o meta no cumplida, etc.
No podemos
decidir en qué momento llegan las pérdidas, solo son parte de la vida, pueden llegar por temporadas. Un ejemplo es en estas fiestas decembrinas pasadas,
donde todo es luces, amor, encuentros con los seres queridos y regalos, aun
así, llega la sensación de que un año más se fue por la ventana, cosas que se
perdieron o que no llegaron a ser defraudándonos. La idea de hacerse “mayor” al
pasar el tiempo, sueños o metas no realizadas y los abandonos de personas que
en nuestra idea son importantes, hacen que esta época del año sea de dificultad
con respecto al duelo.
Si es algo tan común ¿Por qué nos negamos a vivírlo? Desde
que se escucha la palabra duelo hay diferentes reacciones que muchas de ellas
apuntan a “algo negativo”, algo que a nadie le debería de pasar, catástrofe,
dolor y por ende, algo que se tiene que evitar.
Fingimos fortaleza cuando nos
sentimos débiles, adoloridos sonreímos cuando lo que queremos es llorar y
sentir unas palabras que nos den ese respiro de vida, ese “apapacho” de
alguien. Nos negamos a sentir el dolor de extrañar a alguien, de lo que pudo
dejar una traición, un abandono, y comenzamos a “fingir” una falsa alegría.
Esto complica bastante el proceso de duelo, por no decir que lo anula,
convirtiendo el proceso natural en sufrimiento y en eso tenemos elección.
“Vivir el dolor cura”, aunque suene paradójico. El
dolor realmente es el comienzo para sanar. Supongamos vas caminando tranquilamente
por la calle y de repente te tropiezas cayendo al suelo. La primera reacción es
levantarse y observar a nuestro alrededor si hubo testigos de nuestro
accidente, para levantamos como si nada. Pero a medida que transcurre el tiempo
(cuestión de minutos), llega ese dolor en la parte del cuerpo lastimada, y es
ahí cuando nos preguntamos ¿qué paso? Y nos damos el tiempo y el espacio para
observamos. Aquí nos damos cuenta que tenemos una herida que tal vez este
sangrando haciendo necesario su curación. Algo similar pasa con los duelos,
tenemos una pérdida que abre heridas emocionales y necesitamos del dolor para
darnos cuenta precisamente de que esa herida está ahí, sangrando.
Tenemos que dar ese
tratamiento al alma, tomará su tiempo para curarse y dedicación. Conforme va
pasando el tiempo y con el tratamiento adecuado, la herida cerrará, dejando tal
vez una cicatriz que nos recordará que debemos de caminar más atentos en la
vida, cuidándonos, protegiéndonos, y por lo tanto amándonos. Eso puede ser el
proceso de duelo, una oportunidad para regresar a nosotros, darnos el tiempo de
observar que cosas me duelen para dar ese cariño, esa atención.
El duelo puede
llegar a ser una oportunidad. Un momento en tu vida en donde puedes hacer un
alto, conectarte a ese dolor, a esas emociones, vivírlas y de nuevo volver a trazar
un proyecto de vida. Y así el refrán comienza a tener sentido.
Psicóloga Clínica Alejandra López Pulido
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