Llegar
al tercer piso de la vida
Llega
marzo de 2016, con sus colores y brillo, se le dice adiós al frío invierno y
comienza la primavera. En Ocotlán, comienza el calor junto con algo de lluvia,
dicen que “febrero loco y marzo otro poco” aquí no es la excepción. Pero aun
así es uno de los meses que más me gustan en el año. Además este mes es más especial
porque es el mes en que cumple años su servidora (se vale tarjetas de
felicitación y cualquier regalo jeje).
Para mi cumplir años siempre ha
significado una fecha de celebración, sin embargo, este año es diferente, pues
tengo más motivos de celebración ya que paso a la tercera década de vida, aquí
en mi región le decimos : “Pasar al tercer piso”. Y llegar a este “piso”
simboliza que ya eres un adulto productivo y que ya engendraste hijos.
En esta
ocasión quiero platicar lo que para mí es estar en la víspera de los treinta
años y ser una mujer de treinta años de provincia.
En
mi región, si ya llegaste a esa edad se tiene la expectativa de estar casado
con uno o más hijos. “Pasar al tercer piso” simboliza que eres ya todo un
adulto, que sabe tomar compromisos y responsabilidades. Tienes un trabajo bien
pagado con un horario de oficina, una casa con un lindo jardín, además de un
automóvil.
Crecí
con estas expectativas y presiones sociales, creía que eso era lo indicado, el
camino a llevar, hasta que la realidad me llego de golpe. Y les digo de golpe
porque cuando menos lo pensé ya estaba en la víspera de los 30´s, me di
cuenta que no tenia pareja, ni hijos, ni casa propia, solo mi profesión y mi
chevy del 97´s (el cual aprecio profundamente pues me lleva a donde sea).
Comenzaron las bromas y comentarios de mis amigos y familiares:
“ya estamos
rucos”,
“no es lo mismo 20 que 30”,
“a esta edad solo esperamos un milagro para salir”,
“para que no te quedes sola, porque no te encargas un hijo”.
Pintado
así, comencé a cuestionar ¿qué hice de mi vida?
Pasar
al tercer piso lo he vivido como una etapa de cuestionamientos y de crisis,
pero a la vez una época que me ha regresado a mí, a ver mi interior, a
precisamente cuestionar estas expectativas sociales y personales:
¿en verdad
deseas una relación ahora?
¿Quieres hijos? ¿Quieres ya una casa y con jardín?
Y
las respuestas la encontré cuando estuve conmigo.
Donde me confronte y me dije: ¿Qué es lo que realmente quieres?
Fue
tan sencilla la respuesta que me sorprendió pues en ningún libro ni programa de
televisión la encontré: Lo que quiero es vivir. Vivir cada día, cada momento
consciente de lo que estoy viviendo. Eso me permite estar en mi presente.
Me di
permiso de disfrutar cada color que veía, cada olor, cada sabor, cada sensación
que experimentaba en el día a día por más agradable o desagradable que fuera.
Haciendo planes, viajando, conociendo nuevas personas y ciudades.
Aceptando que
la gente llega a tu vida y se va sin razón, de las cosas planeadas muchas
lograré y tal vez otras no y que llegaran cosas que ni esperaba. Eso para mí
es vivir. Vivir consciente de mi existencia, de lo que puedo lograr, de lo que
tal vez me cueste trabajo o de lo que realmente no voy a lograr por más que me
esfuerce. Eso es vivir. Creo que no solo estoy emocionada por este tercer piso,
sino por todos los demás que vienen.
Psicóloga Clínica Alejandra López Pulido
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